Mi Historia

Aunque parezca curioso, mi historia de vida tiene mucho más en común con la de millones chilenos, que con la de otros parlamentarios y los políticos en general.

Nada en mi trayectoria de vida habría anunciado siquiera que estaría donde hoy me encuentro como diputado de la república. 

No fui criado en una familia que tuviera antepasados políticos, poder, riquezas o una importante posición social. Por el contrario, nací en el barrio de la estación de San Bernardo, un sector popular de obreros ferroviarios de la antigua Maestranza comunal, dentro del seno de dos clanes familiares conocidos por su alegre pasión por el fútbol amateur y también por ser partidarios de Salvador Allende.

La expresión “trabajar por los demás” la aprendí naturalmente acompañando a mi padre, César Soto, dirigente social a cargo de todas las series infantiles de nuestro club de barrio  “Linomix”, y recorriendo con él todas las canchas de tierra de San Bernardo, organizando equipos y competencias para muchas generaciones de deportistas. 

La vocación de lucha me la enseñó mi madre, Trinidad Ferrada, profesora normalista que siempre se la jugó en las aulas de las escuelas más pobres y difíciles de la comuna. Es ella, quien me dejó la lección de volver a pararme siempre ante la adversidad y también la convicción de luchar para que todos y todas tengan las mismas oportunidades para progresar en la vida, sin importar de dónde vienen, cuál es su apariencia, sus ancestros familiares o a quien aman. Con el bombardeo a La Moneda en 1973, conocimos de manera brutal lo que significan los abusos y la injusticia, especialmente cuando la dictadura envió a la tortura, a la cárcel y el exilio a varios de mis queridos tíos. Antes de mis 10 años, junto con mis estudios en la escuela pública N°5 tenía asignada una tarea especial: llevarle la vianda con almuerzo a la cárcel de San Bernardo, todos los días a mi tío Patricio, de solo 21 años, quien había sido condenado arbitrariamente por un consejo de guerra, acusado de supuestamente afectar la ley de seguridad interior del estado.
La expresión “trabajar por los demás” la aprendí naturalmente acompañando a mi padre, César Soto, dirigente social a cargo de todas las series infantiles de nuestro club de barrio “Linomix”, y recorriendo con él todas las canchas de tierra de San Bernardo, organizando equipos y competencias para muchas generaciones de deportistas.

 

A principios de los 80, vivíamos en el barrio de La Portada, cerca del Persa del 40, estudiaba en el Liceo de Aplicación, donde soñábamos con ser futbolista y forjamos amistades que perduran hasta hoy día.

A fines de los 80, mientras realizaba mis estudios en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, también trabajaba de procurador en el CODEPU Regional Santiago, a cargo de visitar y defender a presos políticos, en quienes veía reflejado a mi tío y a miles de familias del país.

 

Una vez que cayó la dictadura, en los 90, esperaba -como muchos- que el retorno de la democracia fuera la solución a casi todos los problemas del país. Sin embargo, de a poco aprendimos que, como nos dice Norberto Bobbio, la democracia es una utopía, es solo un ideal que nos obliga a luchar siempre por ella, por alcanzarla. 

A mediados de los 2000, impulsado junto con los vecinos y dirigentes de San Bernardo, dimos una gran lucha por la calidad de vida de todos, contra los errores y abusos que significó la construcción de la autopista central para las villas aledañas. Esta, y otras causas sociales, me llevaron a ser electo en el año 2004 y reelecto en 2008 como concejal, por el Partido Socialista, en la comuna de San Bernardo, donde tuve el honor de representar a miles de vecinos para trabajar por las transformaciones de mi comuna, donde me crie y ha estado siempre mi familia.

 

A medida que pasaron los años, también creció el trabajo por la gente y mis vecinos quisieron llevar estas luchas al parlamento, por lo que -a contra pelo de los partidos políticos- el 2013 participé en varias primarias, donde el respaldo de la gente me llevó a derrotar a otros candidatos e incluso hasta diputados en ejercicio.

A través del voto popular, juré como diputado el año 2014 y luego como diputado reelecto en 2018, cumpliendo así el sueño de toda esta extensa familia, de muchos de la generación de los 80’ y de miles de vecinos, comunes y corrientes, que querían que uno de ellos los representara.

En el Congreso, participo de las comisiones de Constitución, legislación y justicia y varias investigadoras, destacando con iniciativas legales en favor de los trabajadores y clases medias, ampliación de libertades y derechos de la gente y en la persecución decidida y con coraje, de los abusos, injusticias y corrupción de los altos mandos de las FFAA y policías, entre otro.

Hoy, me acompañan en esta enorme tarea, mi propia familia, mi señora Karin Poblete, originaria del Maule y ex trabajadora de la Vicaría de la Solidaridad; mis hijos Gabriela y Gonzalo, que como muchos jóvenes buscan sus propios caminos. También un gran equipo parlamentario y miles de vecinos que, al igual que nosotros, aún soñamos y luchamos contra las injusticias y por un Chile más de democrático, más igualitario y más justo para todos y todas.